7 JUL 2018
De viaje iniciático con Nathy Peluso por la belleza del texto
Hace unas semanas, en un principio más curiosas que realmente interesadas, tuvimos la oportunidad de acudir al concierto de Nathy Peluso. ¿Y por qué nos cuentan esto?, —pensaréis vosotros—, pues bien, si quien lee esto tiene cierto interés por el lenguaje, no es del todo descabellado detenerse a disfrutar de estas líneas en las que intentamos transmitiros una pequeña parte de lo que Nathy evoca con su show.
Como decíamos, fuimos al concierto sin saber muy bien qué nos íbamos a encontrar, intrigadas por el fenómeno Nathy Peluso y el porqué del éxito de esta sandunguera de vanguardia. Nacida en Buenos Aires hace tan solo veintitrés años y afincada en Madrid, Natalia ha estudiado la música siempre ligada al movimiento y al teatro físico, pasando por el blues, rap, soul, salsa, jazz… Es difícil ponerle etiquetas, ese es precisamente uno de sus mayores logros, la forma en que traspasa los límites artísticos y del lenguaje estético, rompiendo toda barrera lingüística y de estilo.
La idea que una tiene de música urbana y latinoamericana se viene abajo. Como interlocutoras nos vemos instigadas a desafiar la manera de interiorizar sus canciones, los extremos de la escucha y del baile. Y así comienza el viaje iniciático por el universo Nathy Peluso, cuyas letras, según explica ella misma, “son pura conceptualización de puntos focales de los que parto y me ofrecen un mundo de vocabulario. Me encanta construir visualmente y aportarle textura a los sonidos y a las palabras en mi imaginación y que de ahí deriven mis canciones”.
Palabras inventadas, “spanglish”, o una oda a la pizza, son solo un ejemplo de que a buen entendedor, cuando las fórmulas se desmoronan, surge el poema.